Si lo nuevo había sido la consigna de la búsqueda vanguardista a principios del siglo XX, el XXI se abre bajo el imperio de la huella, la revaloración y la reelaboración. Lo viejo. Hablo de “estructuras de sentimiento” encontradas. En este sentido mi pregunta es estética y disciplinar: si “ostranenie” dio lugar a “literariedad”, tras la búsqueda de lo especifico en literatura y, entonces, al trabajo sobre ella desde una concepción de autonomía, cuál sería hoy el camino teórico crítico a seguir, qué esperar del trabajo sobre la marca o el vestigio, inscrito en los debates de memoria y postmemoria como en la disciplina y las nuevas/viejas corrientes metodológicas del enfoque crítico. Habría varias hipótesis: opto por una postura crítica (ir al encuentro de un punto de partida), entre otras posibles. La intervención desarrolla esta última hipótesis a partir del aporte de Regine Robine y la recuperación de la huella como forma material de reponer la historicidad del objeto, contra la autonomía.