Sin duda, el “cordobazo” dejó una marca indeleble en la experiencia del movimiento estudiantil.
Más allá de la magnitud de los hechos, significó la recuperación de la tradición de lucha acuñada en torno a las confrontaciones contra la intervención universitaria, promovida por la dictadura encabezada por el General Juan Carlos Onganía a fines de julio del año 1966. En efecto, luego de estos enfrentamientos que generaron una gran politización, el movimiento estudiantil sufrió una fuerte retracción en su capacidad de combate durante todo el año 1967, para reiniciar su protagonismo durante el año 1968, en el marco de la conmemoración del aniversario cincuenta de la Reforma Universitaria de 1918. De allí en más su ascenso fue vertiginoso, llegando a ocupar un lugar relevante dentro del marco general de la lucha de clases.1 El comienzo de la nueva década encontró al movimiento estudiantil en pleno proceso de consolidación. El año 1970 se inició con una sostenida lucha estudiantil contra el sistema de ingreso impuesto por la dictadura. El mismo era evaluado por los estudiantes como restrictivo, habida cuenta de la existencia de cupos que se determinaban por los resultados de un curso de ingreso y exámenes eliminatorios. La lucha culminó con algunos resonantes triunfos en distintas casas de estudios, donde los estudiantes lograron quebrar las limitaciones, suceso que favoreció el ingreso masivo de aspirantes. La experiencia dejó un saldo muy importante tanto organizativo como político, que se expresó en la capacidad de sostener álgidos niveles de enfrentamiento. Esa determinación para la protesta se hizo observable, entre otras circunstancias, en una tradición dentro del repertorio de fundamentaciones que daba vida a la movilización estudiantil, consistente en conmemorar fechas que los estudiantes consideraban altamente significativas en el marco de su despliegue y en la prolongación de su identidad como movimiento social. La llegada del primer aniversario del “cordobazo”, justamente, fue un acontecimiento que el movimiento estudiantil no podía dejar pasar para manifestar su postura opositora a la “Revolución Argentina”. Los estudiantes de todo el país se apretaron a recordar a sus compañeros caídos en años anteriores, tal como lo hacían sistemáticamente con Santiago Pampillón.