Partimos de la idea de pensar que la profesión del Trabajo Social surge como instrumento de mediación que participa de los procesos sociales, y cómo queda expresada en el vínculo entre las políticas públicas y la cuestión social, dirá de su visibilidad, enunciabilidad, y legitimidad. En la dinámica de esa trilogía tramitará su nivel de reconocimiento, según el lugar que se le asigne también en el imaginario social.
Es así que la misma no puede ser comprendida por fuera de las dimensiones (relaciones) económicas, sociales, políticas y culturales; aspectos estos que nos llevan a compartir la idea de que Profesión e Intervención, efectivamente, son productos socio históricos culturales. Productos que no son inocuos, ya que el intervenir en “lo social”, trasunta una dimensión ético-política, al generar efectos en las subjetividades, en las vidas de las personas: la intervención, no es sin consecuencias y las consecuencias son a la intervención. Cómo un Estado plantea el modo objetivo de aprehender el lazo (solidario); eso que llamamos social, tendrá mayor o menor visibilidad, su hechura devendrá en invención o desactivación.
A la luz de este encuadre diremos que, el Trabajo Social como cualquier otra disciplina/profesión, contribuye a la formación de imaginarios sociales específicos y se articula con los comportamientos prácticos de las personas. Desde esta perspectiva, consideramos que no solo la crítica sobre sus fundamentos teóricos y su relación con la práctica son vitalmente necesarias, sino que también, la crítica debe estar dirigida a la función social que esta desempeñe, sus formas de aceptación y de reconocimiento.
Este breve trazado introductorio nos permite enlazar y contextualizar las reflexiones que en esta producción volcaremos; las cuales se vinculan a poder pensar las prácticas interventivas del Trabajo Social en el campo de la Salud, en un contexto social que actualmente se estructura sobre la base de un proyecto político que asume un modelo de desarrollo liderado por un gobierno que representa los intereses de la oligarquía argentina. Un gobierno neoconservador, formateado en la lógica de la “CEO-cracia”, experiencia política inédita en el país, que consiste en profesionalizar con managers provenientes del sector privado la administración de áreas del sector público. En clara contraposición a la gestión anterior, la cual asumió un proyecto de recomposición del tejido social con políticas públicas inclusivas. Proyecto político (2003-2015) perfilado a desarticular los dispositivos de intervención social inherentes al neoliberalismo y reparar sus efectos de injusticia social y desigualdad.