El amaranto es un cultivo que está enraizado en la historia y culturas de nuestros pueblos latinoamericanos pero que ha permanecido en las penumbras durante más de 500 años, debido a la prohibición que ejercieron sobre el mismo los colonizadores españoles.
En los últimos años el ámbito científico se ha quitado el velo y comenzó a indagar en las propiedades de varios cultivos ancestrales, entre ellos el amaranto. De esta manera, se empezó a dar lugar al “re-conocimiento” de la importancia del mismo. Aspectos nutricionales, a la vez sus bondades agronómicas, lo vuelven a significativo.
La propuesta de incorporar el amaranto, además de intentar recuperar una identidad americana, tiene como propósito incrementar la variedad de cultivos en las lógicas productivas de los agricultores familiares, como una alternativa más de rotación, que no sería gran demandante de insumos ni labores como los cultivos convencionales del Cinturón Hortícola Platense (CHP). Más aún, aportaría un producto “novedoso” que se puede adecuar a canales de comercialización alternativos. Aspectos que pueden contribuir a acercarnos un poco más a la Soberanía Alimentaria.
Dichos sujetos agrarios, en gran medida, lejos de alcanzar la soberanía alimentaria, se presentan acorralados por el sistema productivo imperante; tanto la tenencia de la tierra como la comercialización, dos de los más importantes factores del proceso de producción primaria que se transforman en cuello de botella que los conduce hacia una producción cada vez más especializada y dependiente de insumos.
El presente trabajo pretende evaluar, por medio de una intervención profesional, el proceso de incorporación del cultivo en las lógicas productivas de los agricultores familiares de la zona La Plata y alrededores. Jerarquizando las diversas variables que condicionan definen la estrategia productiva, en general, y de los agricultores familiares en particular. Para ello se trabajó con dos grupos de productores con características productivas contrastantes. Para alcanzar los objetivos se utilizó una metodología primordialmente de tipo cualitativa, donde las técnicas utilizadas fueron la observación participante y no participante, la entrevista en profundidad y los talleres. Más aún, los datos recabados se triangularon con los resultados alcanzados en los ensayos de rendimiento del cultivo de amaranto efectivizado en las quintas.