En las últimas décadas en diferentes países de Latinoamérica se han implementado programas focalizados en la extrema pobreza diseñados a partir de una modalidad de acompañamiento familiar y que, principalmente, si bien se los puede agrupar en políticas asistenciales, orientan la intervención social desde lo educativo promocional y en la articulación interinstitucional con otras políticas sociales2.
En estos programas, más allá de la precariedad económica o vulnerabilidad identificada que vuelve a determinada población beneficiaria de estas políticas, tienen un fuerte componente de acompañamiento de la familia por parte de, al menos, un operador. Aquí no se trata de discutir lo novedoso del dispositivo que, de hecho, se entiende siempre estuvo presente en el trabajo social, sino atender al papel preponderante que asume en el contexto actual y, a partir de la lectura y puesta en relación de diferentes autores, dar cuenta sobre algunas dificultades y tensiones presentes al momento de su implementación.