La diplomacia cultural, las políticas de promoción musical y la competencia fueron elementos de peso para el Interamericanismo musical, cuya pretensión de dominio hemisférico bajo orientación de los EE.UU. se presentó mediante una unidad del continente presentada como necesaria. A través de la promoción de las actividades musicales en los países miembros de la Unión Panamericana y luego de la Organización de Estados Americanos, con el patrocinio o difusión de certámenes se establecieron modalidades de legitimación de un determinado capital cultural musical relativo tanto a la innovación universalista como a la permanencia de los nacionalismos locales. Entre 1957 y 1973 el Boletín Interamericano de Música reunió la información relativa a la actividad musical académica de los países miembros con delegados nacionales. La lectura crítica de estos documentos propone analizar las formas en las que el Interamericanismo en música se interesó por el concurso como instrumento de validación del canon musical durante la Guerra Fría. Este recurso al certamen se instaló a través de la afirmación de los países miembros como pertenecientes a la tradición occidental, de la negación del masivo desarrollo de la música popular y de la asimilación de la innovación sonora a los nacionalismos latinoamericanos.