El apio (Apium graveolens L.) fue utilizado por egipcios, romanos y griegos desde el año 1000 A.C. Se lo usaba en ceremonias deportivas y religiosas (en coronas y trofeos) y también como medicinal. En el año 1623 en Francia, se lo comenzó a consumir como condimento, y recién en 1686, en fresco. El apio posee múltiples propiedades culinarias, nutritivas y nutraceúticas (que protegen la salud): contiene vitamina A, C, K, B2 y B5, potasio, sodio ("sal de apio"), y alto porcentaje de fibra. Tiene muy bajas calorías (ideal para dietas adelgazantes) y contiene varios antioxidantes que protegen principalmente el tracto digestivo.