En la última década, las políticas en materia universitaria han intensificado el acercamiento de las diversas casas de estudio hacia la comunidad a partir de la consolidación de la extensión como uno de sus pilares fundamentales. Hasta entonces, sólo se consideraba como funciones centrales a la docencia y la investigación, llevando a la actividad extensionista a un segundo plano, manteniéndola relegada dentro del ámbito universitario. Este gran paso, motivó un cambio en la mirada que se tenía sobre los procesos, llevándolo desde la academia hacia los propios territorios. Asimismo, la matriz de producción y circulación de saberes comenzó a incorporar las inquietudes y búsquedas de las organizaciones comunitarias, no tenidas en cuenta como actores de importancia.
A esta situación inmejorable para la universidad, se le sumó la implementación de políticas nacionales y provinciales tendientes a que los clubes sociales e instituciones deportivas recuperen el esplendor de otras épocas, a partir del impulso de programas de incentivos para las prácticas deportivas y culturales. Así, se revitalizó su función de articuladores de la vida social de los barrios, de ser espacios propios de los vecinos, fomentando un gran espíritu de pertenencia. Este contexto resultó propicio para generar un acercamiento entre la universidad y las instituciones, el cual se tornó tan natural como necesario. Ejemplo de ello es el incremento de experiencias extensionistas que proponen un trabajo territorial a partir de la relación con los clubes. Pero la realidad mostró que, para llegar a esta situación, se debió profundizar y consolidar el diálogo entre ambos protagonistas, relación que corría el riesgo de quedar relegada por los avatares propios de la gestión de los diferentes tipos de proyectos.
En el presente artículo se pretende reflexionar sobre los procesos de diagramación de las propuestas en materia de extensión, haciendo hincapié en el trabajo conjunto con las organizaciones comunitarias - especialmente deportivas - y en la revalorización de la sistematización de la experiencia como práctica necesaria para entablar un diálogo efectivo entre los diferentes equipos y promover una revisión crítica de la labor desarrollada, buscando generar así reflexiones teóricas que sirvan de insumo para la docencia y para llegar a obtener una replicabilidad exitosa en otros espacios similares. En este sentido, el rol del periodista deportivo - entendido como un profesional con una formación integral en cuanto comunicador - se vuelve una pieza clave, un protagonista de y en las experiencias extensionistas junto a organizaciones e instituciones deportivas.