A lo largo de nuestra práctica académica y de la interacción hacia el interior del equipo de cátedra, hemos mantenido un diálogo en el que está presente lo que nos iguala y lo que nos diferencia. Aquello en lo que coincidimos lo hemos sumado, y lo que apareció como diferente, como los diversos recorridos profesionales y académicos de los integrantes del equipo, hemos intentado articularlo. Ese ha sido el modo de vincularnos: sumar, complementar, confrontar, superar y por sobre todo hacer y pensar. De ese continuo movimiento se han ido consolidando las líneas de trabajo que compartiremos aquí.
En nuestro accionar, reconocemos un doble condicionamiento, por un lado la pertenencia a un plan de estudios que tiene por objetivo la formación de Trabajadores Sociales, lo que hace que el aporte de la disciplina deba constituir una herramienta para tal fin y por otro, el considerar que la formación universitaria debe contribuir a la capacitación de actores sociales que, mediante su capacitación especial, estén en condiciones de dar respuesta a las necesidades del colectivo social desde el área específica de la disciplina en la que se han formado.
Pensamos así una formación articulada, desde el perfil profesional y contextuada por el vínculo necesario entre formación universitaria y Estado. Los docentes somos agentes forma-dores de profesionales que trabajaran en el Estado o en ámbitos regulados por él.
A lo largo del presente trabajo puede verse la diversidad de prácticas profesionales y recorridos académicos de quienes integramos este equipo. En los distintos artículos se refleja claramente la presencia de conceptos articuladores comunes, como los de sujetación, construcción de la subjetividad, vinculados a la temática específica de nuestra materia. El principal hilo conductor es el de pensar la psicología como una herramienta susceptible de ser integrada a la formación profesional de Trabajadores Sociales, cuya especificidad la constituye la intervención en la complejidad de lo social.