Cuando los estudiantes de los colegios secundarios ingresan a la educación superior hay variedad de situaciones e imaginarios latentes que se construyen y deconstruyen. Antes de ingresar en alguna unidad académica, en los jóvenes descansa una representación social ya construida acerca de la universidad y con el cual recorren el comienzo de ese proceso: la universidad como terreno elitista y excluyente.
Cada estudiante se ve ante el desafío de adquirir nuevas formas de apropiación del conocimiento así como de insertarse en una nueva cultura educativa e institucional diferente a la de los estudios secundarios.
A sabiendas de este panorama adverso, están la lectura y escritura fortaleciendo los procesos educativos que empiezan en la primaria y secundaria, solidificando los aprendizajes. Asimismo hay una re-alfabetización de reaprender los métodos, las formas y las relaciones que se dan dentro del aula. El estudiante, una vez que ingresa, no se autopercibe como vacío de conocimiento, sino como posible enunciador, plausible de dar discusiones sobre lo instalado.