El concepto de las Bellas Artes consideradas como obras de contemplación, imitación del ideal de la naturaleza y abstraída de toda realidad social, permanece arraigada en muchas de las prácticas musicales a las que asistimos en la actualidad.
Empero, podemos decir que la actividad musical se encuentra inmersa dentro de un contexto sociocultural determinado o clase social donde se desarrolla, del cual no puede separase. Para ello, utilizaremos el musicar (Small, 1998) como modelo de participación a fin de comprender la práctica musical dentro de un contexto religioso. En el marco del presente trabajo sería poder explorar cómo se concibe la actividad musical (ensayos y conciertos) desde la contemplación y, a la vez, observar la participación de los factores sociales a partir del análisis de las siguientes dimensiones: (i) la funcionalidad particular de la actividad musical en este contexto religioso; (ii) la elección de los músicos, (iii) la elección del repertorio a abordar, y (iv) las relaciones socio-culturales entre el director del ensamble, los músicos (coro-orquesta) y el público. Observamos que existe una tendencia a reproducir el modelo tradicional del concepto de la música como objeto, por medio de la contemplación y de las relaciones jerárquicas, habiendo una similitud en las prácticas protocolares de un concierto que se realiza por fuera del ámbito litúrgico. Se reproducen los cánones musicales propios y de la música académica eclesiástica, sin considerar las tradiciones culturales del entorno en donde se realiza el concierto.