El afamado francés Claude Henri de Rouvroy, Conde de Saint Simon (1760-1825), es destacado por sus aportes en el ámbito político, académico e intelectual. Se lo considera el “padre” de la sociología y del positivismo, pero al mismo tiempo le es atribuido una importante ascendente en muchos planos del conocimiento y la acción humana, como la economía,1 la filosofía, la ciencia política,2 la historia (especialmente lo referido al método), la teología (por su trabajo Nuevo Cristianismo de 1825), el movimiento obrero y dentro del pensamiento socialista se lo reconoce como a uno de sus principales mentores e, incluso, su obra es ubicada como la expresión más importante del socialismo utópico.3 Fue reivindicado por pensadores tan distintos como Carlos Marx, Federico Engels o Emilio Durkheim.4 En definitiva, es pertinente afirmar que “la influencia de Saint Simon es universal”,5 dejando su marca al menos en cinco escuelas de pensamiento: positivista, socialista, comunista, corporativista y anarquista.6 En realidad, seguramente para su disgusto, las ideas de Saint-Simon tuvieron una influencia importante recién a partir de su muerte, especialmente desde 1830, con la formación de un movimiento inspirado en el inconcluso “Nuevo Cristianismo”.7 Uno de los más extendidos reconocimientos de su influjo fue su aporte al desarrollo del ideario “pacifista” cincelado en el siglo XIX, que asoció al advenimiento de la sociedad de corte industrial.8 Es menester e interesante recordar, no obstante, que el involucramiento con una visión política de contornos pacifista llegó luego de haber empuñado las armas.