El siglo XIX refiere, entre otros aspectos, a las luchas revolucionarias del continente americano en búsqueda de culminar con los lazos coloniales con España. Parecería que 1824 plantea el fin de este proceso, pero en realidad sólo representa un paréntesis a ser reabierto en las contiendas por la liberación de Cuba y Puerto Rico.
La extensa y variada producción historiográfica del tema analiza este hecho como algo desagregado del resto de las independencias por el solo hecho de ocurrir a destiempo. Para 1868 y, aún más para 1898, América Latina representa una amplia gama de jóvenes Estados en estrecha relación con las potencias europeas.
Sin embargo, la mayoría de los estudios han ignorado la preocupación de las fuerzas cubanas en búsqueda del apoyo y legitimación del acto libertario por parte del resto de las naciones de América Latina, como fragmento del escenario regional de desarrollo del conflicto.
Asimismo, desde un tiempo hasta ahora, las reflexiones clásicas sobre la guerra han perdido parte de su potencial explicativo en función de las nuevas características que adquieren las guerras en el mudo. Y el caso de la guerra en Cuba es un caso testigo de la falta de una nueva mirada en base a nuevos parámetros explicativos. De todos modos, no se plantea la transformación de una forma de guerra en otra, sino, la aparición de una diversidad mayor de cuestiones por las cuales se llega a un conflicto bélico al cual se denomina guerra.
En otro sentido, dentro del campo de estudio referido a la legitimación, se ha demostrado la existencia de una extensa red de apoyo a la causa española respecto a la guerra por la independencia de Cuba desde los más recónditos espacios de América, pero no han dado cuenta de las redes que el Partido Revolucionario Cubano (en adelante PRC) impulsó a lo largo del continente.
En enero de 1892, se funda el PRC, y a partir de su creación, se instauran agencias, clubes, comisiones, asociaciones, etc. en búsqueda de apoyo. Los más relevantes se encuentran en Tampa y Cayo Hueso, entre los más destacados en Estados Unidos, pero también México, Centroamérica y Caribe y América del Sur.
Queda claro, entonces, que la creación del PRC evidencia la necesidad de llevar a cabo una guerra desde dentro y fuera de la Isla. Sus inicios en Nueva York y la heterogeneidad de sus miembros adquieren una importancia mayor luego de la muerte de Martí en 1895. De forma paralela, España desarrolla su propia estrategia sobre la zona sur del continente, para enfrentar el accionar cubano.
El desarrollo de un nuevo tipo de estrategia de guerra que plantea el PRC, insta a España a seguir el mismo camino, consideradas estas acciones como parte de un hecho social específico como es la guerra en Cuba. La misma no sólo se extiende temporalmente desde 1868 a 1902, sino que su geografía de acción es difusa e involucra diversas naciones y actores.
Es por eso que resulta pertinente apelar a la sociología de la guerra para poder abordar un hecho social determinado, que renueva sus formas, aparentes y sustantivas, tanto como el resto de la sociedad. En este sentido destacamos que no ha sido tratado desde esta mirada por lo cual la originalidad radica en contribuir y complementar el estudio de la independencia cubana desde un estudio de las estrategias de guerra en un conflicto difuso y asimétrico.