El concepto de estructura organizacional (Blau, 1971; Hall, 1983) refiere al conjunto de actores con perfiles y trayectorias sociales diversas, que ocupan diferentes posiciones y niveles dentro de las organizaciones (diferenciación), con motivo de producir resultados y alcanzar determinados objetivos. Para ello se dispone de un conjunto de normas, políticas y procedimientos que rigen las actividades (formalización). Asimismo, las estructuras son el medio en el cual se ejerce el poder (las estructuras conforman también o determinan qué posiciones tienen poder), y en el cual se toman decisiones (el flujo de información que se requiere para tomar una decisión está determinando, en gran medida, por la estructura).
En este marco, las prácticas de gestión permiten crear y sostener las condiciones para lograr vincular a este conjunto de procesos, actores y situaciones, de forma sostenida en el tiempo en función de determinados objetivos. Es por ello, que el concepto de estructura organizacional se encuentra unido al de gestión, en este caso, al de gestión educativa.
Como categoría de investigación, la gestión educativa comenzó a definirse entre finales de los ochenta y principios de los noventa (Barrientos Noriega, 2008). Puntualmente, la gestión educativa data de los años sesenta en Estados Unidos, de los años setenta en el Reino Unido y de los años ochenta en América Latina. Es por lo tanto, una disciplina de desarrollo muy reciente y constituye un caso interesante de relación entre teoría y práctica (Casassus, 2000).
En este sentido, la gestión educativa se constituye como un campo profesional cuyo núcleo reside en procesos interactivos e intersubjetivos que no sólo son mediaciones entre la normatividad, las condiciones de trabajo y las prácticas de los actores (Cantero y Celman, 2001). El foco de análisis de los estudios sobre la gestión educativa está puesto en la coordinación de la acción pedagógica (Chaves, 2006) y ésta consiste, básicamente, en la creación de las condiciones y situaciones que permitan el desarrollo de las posibilidades de todos los actores de participar en la producción de saberes, y en la interpretación y transformación de códigos culturales histórica y socialmente producidos.