Las maderas de especies forestales cultivadas pueden ampliar sus aptitudes de usos con la incorporación de sustancias químicas tendientes a mejorar su durabilidad natural, densidad, dureza y resistencia al fuego, entre otras características de importancia (Keil 2002). Asimismo, la madera en servicio, está expuesta a ataques de agentes destructores, principalmente insectos y hongos xilófagos, lo cual requiere prever el empleo de tratamientos de protección adecuados mediante la aplicación de productos eficaces y seguros para el hombre y el ambiente. La selección de estos tratamientos implica conocer, la estructura, composición y durabilidad de la madera como así también las condiciones a las que estará expuesta.