A su regreso del exilio, en septiembre del año 56 a. C., Cicerón pronunció ante el colegio de los pontífices el discurso De domo sua, con el fin de que le concedieran la restitución de su casa. En este trabajo nos referiremos a dos aspectos centrales de la domus Palatina en tanto elemento constitutivo de la identidad de Cicerón: en primer lugar, trataremos el tema de la demolición de parte de la casa, es decir, la destrucción material que Clodio ha comandado y que tiene consecuencias para la imagen pública del orador en el ámbito político; en segundo lugar, nos ocuparemos de la cuestión del desplazamiento de las divinidades domésticas (Lares, Penates, Genius) en favor de la imagen de Libertas colocada por Clodio, lo cual atenta contra uno de los fundamentos básicos de la religión romana.