Frecuentemente, la crítica que centra sus estudios en el análisis de la época de la Revuelta Macabea (166-64 a.C.) intentó dilucidar de qué modo tal movimiento contribuyó a formar una suerte de “conciencia nacional” hebrea. Para ello, se focalizó en el Ciclo de los Macabeos. Éstas obras presentan al rey enemigo como la personificación de la Otredad en relación al cúmulo de valores reputados por el colectivo judío. Intentaremos en éste trabajo, en consecuencia, analizar la construcción del monarca bajo una óptica filosófico-política para entender cómo su individualidad cumple un rol principal en el devenir de la historia. Es decir, de qué manera el tirano no acaba de configurarse como digno de su rango ni mucho menos puesto que justifica el adueñarse de la naturaleza para moldearla a su propio arbitrio. Así, se erigirá como un doble enemigo –tanto humano como divino–, digno de su peculiar sitio histórico.