Este artículo se propone analizar la forma en que el cuidado hospice –práctica sobre la cual se articula el fenómeno contemporáneo conocido como moderno movimiento hospice (MMH)- busca, como una de sus dimensiones principales, preservar los lazos sociales que han comenzado a desintegrarse en la vida del enfermo por el hecho de padecer una enfermedad terminal –proceso al cual llamaremos muerte social-. El foco estará puesto en la manera en que, al inscribirse en un marco de sentido en el cual la enfermedad puede ser interpretada como benéfica (Laplantine, 2011), el concepto de terminalidad terapéutica expande su significado más allá de su concepción bio-médica.