Como antecedente de la novela moderna dos de los elementos principales de Lazarillo de Tormes son la constitución de una nueva clase de personaje y la técnica narrativa del uso de la primera persona, que hace posible el desarrollo de este tipo de personaje. Ambos elementos dan como resultado una estructura genérica híbrida basada en el género epistolar al que se le imprime una intención autobiográfica.
Es la voz de Lázaro adulto la que ordena los acontecimientos en un hilo biográfico que va desde que es niño hasta que es adulto, por lo cual lo que tenemos ante nosotros es una subjetividad, un “yo” en construcción, un “hacerse con palabras”. Dicha subjetividad está atravesada por problemáticas relacionadas con el cuerpo y las políticas que regían sobre él durante el Renacimiento.
Entre los temas relacionados con la corporeidad analizaremos la naturaleza violenta del aprendizaje de Lázaro y las cicatrices de su cuerpo como marca visible de dicho aprendizaje. En este sentido podemos postular la palabra de Lázaro adulto como instancia ordenadora del mapa inscripto en las cicatrices de su cuerpo en tanto escritura que retiene la memoria, información cifrada sobre la constitución de un sujeto en un momento de paradigmas literarios, sociales y económicos fluctuantes.
En torno a la corporeidad como eje de análisis deben considerarse dos binomios indisolubles: a) Violencia-aprendizaje y b) Violencia-sexualidad, ambos concomitantes en lo que respecta a la constitución de la identidad de Lázaro.