Diversos autores coinciden en señalar que la enseñanza de la música debería atender a las principales actividades que realiza un músico para construir conocimientos: escuchar, interpretar y componer. En este sentido, los principales documentos curriculares para escuela secundaria privilegian la práctica musical y proponen un “repertorio de canciones que representen un panorama variado de géneros y estilos” tomando como punto de partida la “música del entorno cercano al estudiante”.
Nuestra experiencia en el equipo de investigación “La música que suena en la escuela secundaria”. Un estudio sobre repertorio musical y criterios de selección; nos muestra que los docentes acceden más a los medios digitales que a los impresos para la búsqueda de repertorio; que éste es de orden popular y plural en criterios de selección; los arreglos “suceden” en el devenir del encuentro áulico y se registran de modos diversos que van desde la escritura a la grabación.
Atendiendo a la heterogeneidad de los estudiantes que transitan las escuelas, nos preguntamos si las estrategias puestas en juego contemplan las identidades de las juventudes actuales; si la multiplicidad de universos musicales de los estudiantes podrían incluirse en el trabajo áulico y al mismo tiempo conservar la sonoridad del estilo trascendiendo así una actividad centrada en algún contenido en pos de una práctica musical real.
Este trabajo busca profundizar sobre estas temáticas y reflexionar en base a los resultados obtenidos de un curso para docentes de música de escuelas secundarias llevado a cabo en 2016, producto de investigaciones anteriores realizadas por el mismo equipo. Se analizarán arreglos de música popular y partituras realizadas por veinticinco docentes, sus características discursivas; el uso de las tecnologías; la vinculación con los diseños curriculares; los criterios de selección del repertorio popular y las estrategias propuestas para su implementación en el aula.