Es probable que las discusiones instaladas acerca del cambio climático, fundamentalmente si se trata de un cambio global o secular, si está originado en el ciclismo natural o cuenta con una decisiva participación antropogénica, si sus efectos son potenciales y a muy largo plazo o ya instalados, estén principalmente enfocadas a los episodios más visibles, como anegamientos en regiones costeras, deslaves en comarcas montanas, retroceso de glaciares, cambios en los ecosistemas terrestres.
En lo referente al ciclo hidrológico, si bien las alusiones a las influencias de los cambios son frecuentes, están referidas en general a precipitación pluvial, temperatura atmosférica y nivel del mar. No abundan mayores referencias acerca del sistema hidrológico subterráneo, probablemente debido a la reconocida carencia de mediciones demostrativas suficientes y a la marcada debilidad de las inducciones emanadas de la paleo-climatología.
Sin embargo, el régimen del agua subterránea resulta uno de los sujetos más afectables por un cambio climático, dadas sus particularidades en el contexto del ciclo hidrológico, mecanismo de alta perfección motorizado por energía solar y la gravedad, caracterizado por una constante (volumen de agua involucrado) y tres variables (estado, calidad y régimen).