Desde el inicio, no sólo el pensamiento y el cuidado han estado unidos, sino y aún más importante, el pensar se propone como una acción a realizarse con otrxs, que nos invita junto con otrxs a poner en movimiento las cosas, a ponernos en movimiento. De este modo, si retomamos el glosario de Rancière ¿cómo no concebir el pensamiento y el cuidado en términos de acción política? La política al igual que la educación es una acción conjunta que nos conduce a cambiar de lugar, a ponernos en movimiento, de modo que si educar se piensa como pensamiento (y) cuidado, la educación no podrá no ser política. Y aún más ¿de qué modo educar sino es junto a otrxs, entre otrxs, a la par de otrxs? La educación como decisión política implica no perder la dimensión del cuidado, no perder(nos) a lxs otrxs, y compartir con ellxs una acción que nos impulsa a cambiar de lugar, una acción política.
Para ser consecuente con la anterior reflexión teórica en el siguiente apartado haremos política, brindando una serie de recomendaciones que tienen como propósito romper la fosilización educativa, haciendo posible un movimiento que permita adaptarnos mejor a las circunstancias actuales.