Esta pregunta, tomada de la denominación de un Congreso Internacional sobre Estudios de Música Popular realizado en Lima en el año 2008, nos cuestiona acerca de un mundo musical con el que convivimos continuamente de diferentes modos. A partir de algunos ejemplos de nuestra música popular, que lleva ya más de un siglo de grabaciones, es posible comprender algo de estas categorías. El registro grabado con fines comerciales y de distribución masiva produjo un profundo cambio en la escucha de la música. La presencia del sonido sin los intérpretes fue un giro de tal magnitud que en la actualidad no es tan fácil de dimensionar. Vivimos inmersos en un paisaje sonoro en el que la música aparece más allá de muestras intensiones. A su vez, los diferentes géneros musicales suscitan fuertes identificaciones, sobretodo en los grupos etarios más jóvenes, reuniendo (y quien sabe generando) estilos de vida y códigos de clase y territorio. Esta alta convivencia con la música popular produce una continua construcción de juicios estéticos y éticos que fortalecen estas identificaciones. Para la gran mayoría de los oyentes esta música es música sin más, sin ningún adjetivo. Sin embargo, estas categorías existen y a partir de un rápido recorrido por los hitos de la historia de la música de nuestro país podremos interpretarlas con algunos argumentos.