Numerosos autores han definido la memoria como sinónimo de archivo. Pero al tiempo que la equiparan a él, la diferencian: muchas veces la memoria emula el procedimiento de almacenamiento de archivo, no obstante lo cual sigue sus propios derroteros. Y si la memoria tiene sus relaciones con la historia y los archivos, la lengua no queda ajena en este vínculo con la historiografía. El lenguaje es uno de los instrumentos privilegiados (aunque no el único) al momento de codificar las historias: se configura como archivo material y simbólico de la historia. En la película-documental El vecino alemán (2016), las lenguas permiten acercarse a la historia y a la vez a la(s) memoria(s). Con el pretexto de la traducción que una joven hace del juicio a Adolf Eichmann por los crímenes perpetrados durante el sistema totalitario nazi, se reconstruye parte de la historia a través de la personalidad del genocida. De los archivos materiales la protagonista pasa a los archivos orales: los testimonios de vecinos de Eichmann durante su refugio clandestino en Buenos Aires. En este caso, el cine funciona a la manera de archivo de (parte de) la memoria. Y como se enfatiza en el presente trabajo, posibilita ver también la forma en la cual se configuró en aquellas memorias la imagen de uno de los genocidas de la historia.