Andrew Feenberg, discípulo de Herbert Marcuse en La Jolla – California en los ′70, se formó al abrigo de las líneas marxista y neomarxista del pensamiento occidental. El campo cognitivo que gira en torno a la técnica encontró su renacimiento desde los años ′80 con las primeras publicaciones de Andrew Feenberg.
El autor canadiense realiza un estudio arqueológico sobre las teorías de la técnica del siglo XX y hace una tipificación sugerente: hay interpretaciones deterministas e interpretaciones culturalistas de la técnica. Mientras las primeras ponen el foco en el artefacto y en su gran influencia sobre el mundo social, las interpretaciones culturalistas se pierden en una fragmentación de especialidades que obstaculiza la investigación de la técnica.
Para el determinismo tecnológico, lo técnico está separado del mundo socio-cultural y lo influye como fuerza externa. Para el culturalismo es importante separar la diferencia aún si esta diferencia es irrelevante. Andrew Feenberg piensa que una teoría de la tecnología, quizá menos ambiciosa, puede evitar esta tensión entre dos teorías contrapuestas que son incapaces de acceder al qué y al cómo de la tecnología.
Esta teoría, a diferencia del determinismo tecnológico y del culturalismo tecnológico, es la teoría crítica de la tecnología y básicamente constituye una interpretación politizada de la técnica.