El 26 de septiembre de 2016, bajo el ardiente sol caribeño de la ciudad amurallada, dos actores armados enfrentados históricamente, uno legal el otro ilegal, firmaron un acuerdo con el que buscan ponerle fin al conflicto armado colombiano. El gobierno, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos, escogió como forma de refrendar el acuerdo convocar a un plebiscito. El domingo 2 de octubre un poco menos del 40 por ciento del padrón electoral salió a votar si respalda o no la firma del acuerdo: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. Para sorpresa de todos, por una diferencia del 0,5 por ciento, ganó el No.
El martes 4 de octubre en el diario El Espectador apareció una columna de opinión de Héctor Abad Faciolince titulada “Explicar el fracaso”. En ella, el renombrado escritor antioqueño intenta dar una explicación de los resultados del plebiscito. Para él el triunfo del No equivale a un triunfo del expresidente y senador Álvaro Uribe. La certeza, tanto del triunfo como de la equivalencia, abre el análisis de Abad a una primera clasificación entre, por un lado, una clase política vieja y desgastada y por otro una menos sensata, populista, demagógica y vulgar de la que haría parte el sector uribista. A través de esta visión construye el campo de lo popular bajo una entidad, el pueblo, que no aparece más que para mostrarse alterado, disparatado, borracho.