Durante las últimas dos décadas, la enseñanza escolar de la historia ha sido objeto innovaciones constantes en Argentina. Estos intentos de renovación son parte de las reformas educativas que promovieron primero la Ley Federal de Educación de 1993 y, luego, la Ley de Educación Nacional de 2006. Aunque la impronta ideológica de las dos normas es distinta y la segunda pretendió corregir a la primera, ambas tuvieron puntos en común en lo que pretendieron lograr y en el diagnóstico de las deficiencias de la enseñanza. En nuestra asignatura, tanto en uno como en el otro caso se partió de la creencia de que buena parte de los alumnos desconocía factores considerados importantes para el estudio del pasado y que sus capacidades para actuar como ciudadanos concientes y solidarios resultaban escasas. Para solucionar esas deficiencias, las dos leyes dieron gran importancia a la renovación temática del curriculum. En términos generales podemos afirmar que en los contenidos escolares de Historia el centro estuvo ubicado hasta antes de las reformas en el siglo XIX y la exaltación del patriotismo de los héroes de la Independencia, pero a partir de los años 90 estos temas se desplazaron a un segundo plano y el lugar central pasó a ser ocupado por el siglo XX y el pasado reciente.