El objetivo de esta comunicación es presentar una posible clave de lectura, un estado preliminar del conocimiento, que surge a partir de la bibliografía consultada para un proyecto en el marco de un Taller de Investigación de Ciencias Sociales y Salud. Como temática de interés, el estudio de la violencia obstétrica debe vincularse a las significaciones y representaciones de las prácticas como violentas. En este sentido, “son determinadas narrativas que los sujetos sociales comienzan a elaborar las que permiten generar rupturas de sentido en la vida social. (…) El hecho de denominar como violentas ciertas conductas y comportamientos naturalizados durante el proceso del parto, hizo que la sociedad civil comience a reconocer un problema en las prácticas obstétricas cotidianas.” (Jerez, 2015, p.3). El punto de partida fueron esas “rupturas de sentido” que han vivido muchas mujeres en sus trayectorias (o en las de otras mujeres) por los sistemas de salud. Las lecturas de trabajos académicos sobre el tema fueron delineando el interés hacia los distintos modelos de atención al parto. Esta comunicación pone el foco en modelos de asistencia o acompañamiento al/del parto en donde los cuerpos de las mujeres, sus necesidades, proceso reproductivo y deseos, según sus propias voces, son respetados. A partir de distintas experiencias vividas en partos hospitalarios es que surge la idea de pensar el parto planificado en los domicilios como una manera distinta de vivir el momento de parir, problematizando la experiencia, teniendo en cuenta los recursos (económicos, simbólicos, culturales) que se necesitan para sostenerlo, y qué implica esa toma de decisión con respecto al Modelo Médico Hegemónico desde el cual se realiza la atención actual de partos en los hospitales o clínicas privadas. Es interesante destacar que en los partos domiciliarios también pueden intervenir especialistas médicos, es decir, no excluyen la posibilidad de intervenciones médicas, aunque radicalmente diferentes en su forma, grado e impacto.