Como sucediera con todos los arquitectos diplomados en la Escuela de Arquitectura (EA) en la etapa previa a la renovación pedagógica catalizada por el giro político de 1955, Mario Roberto Álvarez (MRA) recibió una formación moldeada parcialmente en el sistema de la École des Beaux Arts. Estudiante entre 1932 y 1937, los premios académicos recibidos (entre ellos obtuvo la codiciada Medalla de Oro) y sus ejercicios publicados dan cuenta de que se trataba de un excelente producto de ese sistema pedagógico, cuya herencia en su trayectoria profesional fuera señalada reiteradamente.
Sin embargo, tanto en las entrevistas que le realizaron como en las conferencias que pronunció desde inicios de la década de 1980, se mostró hostil al legado formativo recibido en la EA, despreciando parcialmente al cuerpo de profesores y al clima intelectual que se vivía, alejado a su criterio de lo que él suponía “debía ser”.
Paradójicamente, a la par que MRA reiteraba una y otra vez este rechazo al núcleo del sistema académico beaux-arts, destacaba su respeto y admiración intelectual y profesional hacia tres figuras ligadas estrechamente de uno u otro modo al modelo francés: Auguste Perret, Auguste Choisy e Hyppolite Taine.
Asumiendo que esta paradojal postura puede fundarse hipotéticamente en argumentos que expondré al final, me propuse examinar el camino formativo de MRA en la Escuela de Arquitectura y el modo en que Perret, Choisy y Taine permearon su formación.