El estudio de la música popular en la universidad es crucial para poner en contacto a la población latinoamericana con su propia realidad, con su ser-estar. Hemos vivido doscientos años considerando que la única música que merecía ser estudiada era aquella que Europa definía como valiosa, una música creada bajo las leyes del sistema de pensamiento occidental, anclado fuertemente en la lógica científica y lineal del cálculo. Así, nos hemos ¡do alejando progresivamente de nosotros mismos, desprestigiando nuestra praxis y desconociendo nuestra doxa. El menosprecio de nuestras propias producciones es nada más y nada menos que el menosprecio por nosotros mismos. Esta actitud tan arraigada que consiste en desprestigiar lo propio y enaltecer lo ajeno, es una muestra más de cómo entregamos parte del poder del cual podríamos apropiarnos. La negación de la propia identidad es un camino seguro hacia la dependencia cultural.