La mayoría de las personas con dolor crónico no manifiestan una depresión clínica, sí algunos rasgos depresivos, estos últimos al investigarlos frecuentemente son reactivos al problema del dolor y sufrimiento, disminuyendo y/o desapareciendo al aplicar un plan terapéutico adecuado. La utilización de coadyuvantes (aquellos grupos de drogas que terapéuticamente colaboran y contribuyen a la analgesia producida por otros fármacos), han demostrado gran utilidad en el tratamiento del dolor crónico. Los antidepresivos desde la década de los 60 han sido utilizados con éxito en pacientes con dolor crónico, considerados analgésicos después de los opioides y aines, saberlos utilizar correctamente nos facilitan el plan estratégico en la conducta dolorosa del paciente.