La relación de la universidad con la sociedad es sumamanete compleja y hoy los determinantes económicos del mercado impulsan con vigor esas tendencias. Si los jóvenes no adquieren experiencia en el análisis crítico, en la percepción de lo que hoy sucede - experiencia que parecería poder dar sólo una universidad que sea tal y no la suerte de academia profesional en que se está conviertiendo entre nosotros - corremos el riesgo de perder nuestras reservas de capacidad y calidad humanas, esenciales para el análisis crítico de la realidad. Por eso, deberíamos analizar la posibilidad de que la universidad no sólo deba adaptarse a la sociedad, "responder a la demanda", como se exige crecientemente, sino que esa realidad preste más atención a lo que se piensa en la universidad