Tratando de hacer a un lado las discusiones acerca de si se trata de un formato textual, de un género literario autónomo, o hasta de un fenómeno editorial contemporáneo, pudimos observar que este dispositivo de lectura [el libro-álbum] presentaba ciertas características que desmontaban y desnaturalizaban las operaciones de lectura, la reconstrucción de sentidos y significados que evaden convenciones y tradiciones escolares, presentando nuevas alternativas en la adquisición de habilidades lectoras, que configuran nuevos desafíos para los docentes.
Esto provocó una emergencia: la necesidad de revisar conceptos y saberes referidos a los textos que presentan estas características. En este sentido, se buscó instalar un espacio institucional que posibilitara la reflexión, sobre los conocimientos literarios implicados en las lecturas de estos libros, que permitiera diseñar secuencias e intervenciones didácticas, en tanto prácticas de enseñanza que faciliten y garanticen la aproximación de los alumnos a la especificidad de la literatura, de acuerdo al grado y ciclo, sin dejar de considerar al diseño curricular para Prácticas del Lenguaje como horizonte de referencia.