Este trabajo intenta poner en el centro del debate la producción y reproducción de identidades y corporalidades hegemónicas al interior de las prácticas deportivas. El deporte institucionalizado, al mantener una estructura y funcionamiento profundamente patriarcales y androcéntricos -que son a su vez sostenidos por los medios de comunicación masivos- se erige como herramienta de alienación y control, que construye, visibiliza y legitima cierto tipo de cuerpos funcionales a sus intereses. Éstas lógicas machistas y heteronormativas configuran un verdadero dispositivo de producción de subjetividad: se delimita una corporalidad y una identidad aceptada y valorada para el deportista. La contracara de dicho proceso es la discriminación y marginación de quienes quedan por fuera de esas normas, cuerpos castigados contra los cuales se despliegan todo tipo de violencias. Resulta fundamental denunciar dichas relaciones de poder y acompañar el proceso de generar nuevos márgenes de libertad para la construcción de corporalidades deportistas emancipadas, desde un posicionamiento ético que privilegie la alteridad y la diferencia.