Este artículo buscará explicar las motivaciones por las que la Federación de Rusia incorporó a la península de Crimea dentro de su territorio en marzo del 2014 y dar cuenta de la situación actual en la península, en los aspectos sociales, económicos, y en función de la postura tomada por la administración de Donald Trump.
Se tomará como base la concepción de “unilateralismo condicionado” de Narodowski y Merino, según la cual el poder estadounidense posee diversas limitaciones a la hora de imponer su hegemonía en países de la semiperiferia, como sería el caso de Rusia.
Según Jovaní Gil, existe un “expansionismo defensivo” de parte de Moscú, en respuesta a los intentos de la OTAN y la Unión Europea de añadir a Ucrania dentro de su área de influencia. La política de Washington se explicarátomando Brzezinski, para el cual Eurasia es el “gran tablero” sobre el que los Estados Unidos deberán defender y ratificar su supremacía mundial.
Se puntualizará que Crimea aún está en adaptación e integración de su economía al mercado turístico y de consumo ruso, siendo clave la construcción del puente sobre el estrecho de Kerch y varias políticas implementadas por el gobierno federal a analizar. La administración Trump ha dejado la cuestión de Crimea en un plano secundario, por las dificultades de encontrar una solución favorable a Estados Unidos, limitándose a mantener y aumentar las sanciones a Rusia, pasandoa abastecer de armamento a Ucrania, aunque acercándose al Kremlin desde otros puntos de la agenda internacional.