Hablar de periferia implica revisar el verdadero significado de la palabra, se podría aplicar este término a todos los asentamientos de baja densidad que, en las últimas décadas, han rodeado los centros urbanos. A través de los años se han llevado a cabo distintos procesos espontáneos y planificados, los cuales han producido periferias incompletas, heterogéneas sin una idea integral de planificación territorial, lo que ha contribuido a una degradación generalizada de las mismas.
El objetivo del presente trabajo consiste en el análisis de la problemática de los falsos vacantes en las periferias del Gran La Plata, es decir, de aquellas “áreas ilegalmente ocupadas (invasiones, tomas de tierra, favelas, etc.) pero consideradas oficialmente como vacantes o con ocupaciones transitorias. (...) En Río de Janeiro, las 573 favelas que figuraban en la cartografía oficial de la ciudad hasta el año 1994, se representaban como áreas en blanco” (Magalhães, A. 1999 en: Larangeira, 2004). En el Gran La Plata, de los 163 asentamientos informales existentes, 55 son identificados como falsos vacantes (33.7%).
Por su condición de informalidad terminan convirtiéndose en espacios “invisibles” para las administraciones públicas. Esto trabajo informales pretende contribuir a su visibilización. Así, los “falsos vacantes” sintetizan dos complejas problemáticas que caracterizan a estos territorios de borde: la vacancia del suelo y la informalidad urbana. Es precisamente en estas periferias donde se desarrolla la no-ciudad, es decir, se produce un proceso de urbanización sin ciudad. La presión por el acceso al suelo da lugar a desarrollos por vía de la informalidad, en donde el Estado está ausente.