En buena medida, las obras de los historiadores tienen un destino corporativo. Es previsible entonces que el texto de un historiador siga viviendo en las elaboraciones de sus colegas y es posible que cada nueva existencia de una obra represente una variante del discurso inicial. Debemos atribuir al énfasis que, en general, se propone sobre aspectos parciales del argumento, la causa primera de las formas en que se transmuta la versión original.
De esta circulación del texto en esferas gremiales surge la pregunta acerca de cómo leen algunos historiadores. Los comentarios que A. Rucquoi con A. Bort y D. Menjot realizaron sobre mi libro Desarrollo desigual en los orígenes del capitalismo me permiten experimentar sobre el tema.
Expongo en principio, y en un juego de opuestos, lo que Rucquoi y Bort entendieron por un lado, y las tesis del libro por otro. Complemento estas aclaraciones con una ojeada sobre Menjot. La situación que surge de este examen es curiosa y estimula la reflexión a la luz de una experiencia inevitablemente autocentrada.