Las empresas, como entidades privadas, son agentes del desarrollo económico y por tanto responsables de su aporte o contribución a la sustentabilidad global, por lo que deberían comprometerse a rendir cuentas de su actividad. A su vez, enfrentan desafíos sin precedentes para poder manejar las expectativas de los grupos de interés y los valores corporativos que deseen reflejar, donde juegan un rol determinante las políticas de gobernanza llevadas a cabo por las entidades.
Las que comienzan a transitar este camino deben, necesariamente, integrar en su estrategia los principios de la RSE estableciendo mecanismos de comunicación de sus acciones, de corto y mediano plazo, a la vez que considerar la gestión sustentable a largo plazo como un principio ineludible.
Este desafío ya está planteado a nivel global. Los cambios tecnológicos agilizan el proceso. La transferencia masiva de datos, y el desarrollo de las comunicaciones en particular, no permiten a las organizaciones mantenerse ajenas a las preocupaciones globales sobre pobreza, protección del planeta y compromiso para con la paz y prosperidad.
La aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) supone la posibilidad de ejercer un liderazgo sostenible y de captar, en la estrategia y en el modelo de negocio, la oportunidad para la revisión del propósito empresarial. Es la contribución social, como creación de valor sostenible, la que permite mostrar la capacidad de innovación, diferenciación y contribución a una mejor sociedad para todos.
En base a esto es que las empresas deberían realizar un ejercicio de reflexión en cuanto a su capacidad para incorporar los ODS, así como para analizar su cadena de valor en pos de alinear su estrategia de empresa y su modelo de negocio, a la sustentabilidad.
El hecho de hacer hincapié en los ODS, como las “keywords” de la sostenibilidad, implica un reto para mejorar la calidad de vida de las personas, eliminar la pobreza y poner un freno el cambio climático, entre otras cuestiones.
Es por eso que se dice que las empresas, que se suman a estos objetivos y esfuerzos globales, son socias en la construcción de un mundo mejor y legítimas merecedoras de ser premiadas y valoradas por sus clientes, proveedores, empleados y por todas las partes interesadas.
Todo lo dicho motiva, y desafía, a trabajar en pos de una gestión empresarial basada en la sustentabilidad.