Cuando hablamos de la diversidad como criterio organizador de las situaciones didácticas hacemos referencia, entre otras cosas, a la necesidad de crear en la sala de clase el espacio didáctico para leer y producir variedad de textos de uso social; a la necesidad de diversificar los propósitos que guían esas situaciones de lectura y escritura y sus destinatarios (“uno mismo”, “el grupo clase”, la familia”, “otros niños o adultos desconocidos”...); diversidad que orienta decisiones sobre la organización grupal (en equipos, individual, colectiva); sobre la necesidad de proponer a los niños como usuarios distintas acciones frente a los textos (escuchar leer, leer por sí mismos, narrar, recomendar un escrito, dictar, escribir por sí mismos, copiar, planificar un texto a producir, revisar un escrito, reescribir...); simultaneidad de situaciones didácticas bajo distintas modalidades organizativas (actividades y proyectos a corto plazo o permanentes)...
Junto a esta diversidad, la continuidad en las propuestas es también un criterio que orienta las decisiones de enseñanza. Nos referimos a la continuidad en el desarrollo de una situación didáctica, a la continuidad de la propuesta para todo el ciclo lectivo, entre años de escolaridad y entre niveles educativos, donde las posibilidades de interactuar con aquella diversidad se tome una y otra vez posible en el tiempo, permitiendo a los niños la resignificación de viejos desafíos o la formulación de nuevos problemas en distintos contextos.
Tomemos algunos “testigos” de esta diversidad y continuidad. Veamos algunas producciones escritas por niños de 4 y 5 años en situaciones de clase, circunscribiendo el análisis de la diversidad y continuidad sólo al texto producido por ellos y a su revisión como parte del proceso redaccional.