El capitalismo a nivel mundial se encuentra en un período de crisis abierta en el año 2008 de la que no logra recuperarse. La caída del sistema financiero en EEUU a partir de la crisis de las hipotecas rápidamente generó sus efectos por todo el globo. Esto ha tenido diferentes impactos regionales. La imposibilidad de salir de la crisis a partir de un nuevo ciclo de crecimiento lleva a la aplicación de paquetes de ajuste o austeridad que buscan descargar los efectos de la crisis sobre la clase que vive del trabajo. Se profundiza entonces lo que David Harvey (2005) denomina el nuevo imperialismo caracterizado por la búsqueda de acumulación por desposesión. Entre otras estrategias dicha modalidad implica avanzar sobre los fondos públicos buscando generar mecanismos de valorización de capital en torno a los fondos de pensión, el espacio público, la vivienda social, el sistema de salud, la educación superior, las tierras no rentables, los bienes comunes, entre otros.
En Argentina el ascenso en 2015 del gobierno de Cambiemos se orientó en esta dirección profundizando en algunos aspectos una matriz dependiente que el gobierno anterior no logró superar. El ciclo kirchnerista a lo largo de los doce años de gobierno cumplió una tarea central que de algún modo allanó el terreno para el avance de la derecha. Logró recomponer la hegemonía fuertemente cuestionada en el levantamiento popular del 2001 y logró recuperar la legitimidad de las instituciones del sistema representativo burgués. De este modo reencausó la conflictividad de clase en el marco de las disputas institucionales y relegitimó el sistema político. Sobre esta base, el ascenso del gobierno de corte neoconservador por la vía electoral, impulsó medidas que orientan la riqueza hacia los sectores más concentrados de la economía.
Sin embargo a diferencia de otras coyunturas en nuestro país la correlación de fuerzas construida por parte del movimiento popular en lo que va desde fines de los años 90 hasta la actualidad, impide avanzar con el shock de ajuste y de transformaciones profundas en la matriz del gasto público.
Nos proponemos desarrollar los argumentos que fundamenten que en esta heterogénea resistencia del movimiento popular argentino contra la ofensiva renovada del capital anida de modo latente, todavía no generalizado, elementos de un proyecto contrahegemónico de la clase trabajadora con la cual el trabajo social debe dialogar para contribuir desde su praxis a los procesos de ampliación de derechos en un horizonte emancipatorio.