A pesar de los avances en la conquista de derechos y el mayor reconocimiento en el espacio público que han conseguido las mujeres en las últimas décadas, sigue existiendo una división sexual de las tareas de reproducción que colocan como propias de las mujeres las actividades del cuidado de la familia y la crianza de lxs hijxs, haciendo que las mismas además de incorporarse en el ámbito de la producción, en la mayoría de los casos en trabajos de menor calificación, salarios más bajos que los masculinos y de mayor explotación; siguen encargándose de manera gratuita de la reproducción de su núcleo familiar y de su propia vida, lo que algunos autores han denominado doble explotación de las mujeres. En este trabajo quisiéramos poder abordar cómo esta división sexual de las tareas de reproducción se manifiesta en nuestras prácticas de formación profesional dentro del Área de Salud de Trabajo Social V y remarcar la importancia de formarnos como profesionales con perspectiva de género.