Existe un amplio rango de trabajos que analizan la evolución de la pobreza, el desempleo y la desigualdad durante la crisis de 2001-2002 en Argentina, y que documentan la notable mejora de estos indicadores en el período siguiente de recuperación. El trabajo de Guillermo Cruces y Pablo Glüzmann del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata y Luis Felipe López Calva del Banco Mundial, “Economic Crises, Maternal and Infant Mortality, Low Birth Weight and Enrollment Rates: Evidence from Argentina’s Downturns”, estudia los efectos del colapso argentino (2001-2002) en el bienestar de la población en resultados socio-económicos y de salud de largo plazo.
El objetivo de este trabajo fue documentar los efectos permanentes e irreversibles de la crisis, que obedecen a por lo menos dos motivos: en primer lugar, la pobreza y los indicadores de salud empeoran más en una crisis de lo que mejoran en tiempos de recuperación económica. En segundo lugar, los efectos socioeconómicos adversos, aunque temporales, pueden dejar secuelas permanentes o de costosa reversión: la mortalidad materna e infantil es irreversible, y el bajo peso de los niños al nacer condiciona el desarrollo físico e intelectual a lo largo del resto de sus vidas, y es un proceso de muy difícil reversión.