Los emergentes del cambio climático asociados a las tres crisis: energética, ambiental y alimentaria, requieren una nueva concepción del ordenamiento del territorio en general y de las ciudades en particular. El tratamiento de dichos emergentes se focaliza fundamentalmente en nuevos desarrollos tecnológicos. Sin embargo, la aplicación aislada de estas tecnologías no implicará un mejoramiento de la problemática ambiental, si no se modifica la lógica tradicional de abordar el desarrollo urbano-regional. Una nueva lógica de abordaje de la complejidad de los procesos que tienen lugar en el territorio requiere la necesidad de pensar una forma diferente de ordenamiento de las actividades y acciones. En este contexto la movilidad y los sistemas de transportes que la posibilitan se constituyen en un factor esencial para su concreción. Se presentan algunos criterios que debieran ser considerados a la hora de decidir políticas y medidas para afrontar la actual situación climático-ambiental.