Dentro del panorama de la criminalidad organizada en América del Sur, se registra un cambio de perfil en las organizaciones vinculadas al cultivo, procesamiento, tráfico y comercialización de drogas ilícitas. Parece haber quedado atrás la época de los grandes cárteles.
Aquellos pocos que aún perviven, confinados en Colombia, no tienen las dimensiones que otrora exhibieron el Cartel de Cali de Rodrìguez Orejuela o el mítico Cartel de Medellín de Pablo Escobar.Hoy las grandes estructuras son propias de México, mientras en el espacio sudamericano predominan otros formatos, como se confirma en Bolivia y Perú con los clanes familiares.