La cuestión de la representación en el cine responde a un estatuto complejo, y ello se debe en gran parte al modo en que el modelo representativo se ha institucionalizado en la cinematografía. Pareciera que en la articulación de las imágenes en movimiento, producto, precisamente, de la dimensión que adquiere la imagen, no podría prescindirse de la concepción representativa y, junto a ello, de la normatividad correspondiente. El arte cinematográfico queda así, cerrado, sellado en la estructura del modelo. De hecho, en el arte –expresado ahora en términos generales– la concepción de la Representación ha sido puesta en crisis más de una vez, y quizás deberíamos sostener como el momento del definitivo derrumbamiento de tal concepción los años de producción y explosión artísticas de las vanguardias durante el Siglo XX. [Extracto a modo de resumen]