¿Cuántos modelos, cuántas concepciones de sociedad ha producido la sociedad moderna? ¿Se puede aspirar a una noción de sociedad que se corresponda con la siempre inefable realidad social? Y de ser así ¿cuál debería ser su punto de referencia? Sin duda, el pensamiento occidental se encuentra atravesado por cuestiones epistemológicas que, aún en la actualidad, se revelan en los intentos por producir una teoría del conocimiento que permita, por un lado, dilucidar el modo a partir del cual le es dado al pensamiento el acceso a la realidad, poniéndole, por el otro, los límites necesarios a suspretensiones totalizantes. A este respecto, tal vez uno de los rasgos más marcados que el pensamiento de finales del siglo XX heredó del criticismo kantiano radique en la incesante búsqueda por definir los alcances y los límites del logos –y particularmente de la razón que absolutiza ese logos– en el intento por zanjar la pretensión racionalista según la cual el pensamiento podría alcanzar una supuesta identificación con el ser. Sin embargo, el reconocimiento de estos límites críticos no menoscabará el siempre renovado esfuerzo por cancelar, de algún modo, la vieja antinomia entre el sujeto y el objeto, que invariablemente ha marcado la historia de las ideas a favor de la primacía de uno u otro término. Pues bien, es siguiendo el análisis desde una perspectiva epistemológica que, anuestro entender, resulta especialmente interesante analizar la postura crítica que plantea la empresa teórica luhmanniana, no sólo hacia las expectativas de conocimiento que manejanlas ciencias sociales, sino asimismo hacia la idea de una crítica posible en torno al funcionamiento de la sociedad en sí mismo.