Foucault sostiene la necesidad de analizar los discursos en el interior de todo un entramado de relaciones materiales y simbólicas, o sea en conexión con otras prácticas discursivas y no discursivas. Los discursos no surgen puros e incontaminados de la mente de un locutor, sino que están sometidos a regulaciones, controles, formas de selección, organización y distribución. El espectro de lo decible y lo indecible, de lo pensable y lo impensable, no es infinito en cada época histórica y en cada sociedad. La comunicación se juega en el interior de una compleja trama de canales y restricciones que delimitan el perímetro del pensamiento de los sujetos. Esto no quiere decir que la innovación sea imposible y que estemos aprisionados en un estrecho molde constituido por las configuraciones epistémicas, pero supone reconocer que las resistencias se despliegan dentro de espacios conformados de tal forma que no cualquier innovación es posible.
Con esta perspectiva teórica es que nos proponemos analizar el discurso de la solidaridad tal como es puesto en circulación por el diario La Nación, buscando reconstruir el entramado intra, inter y extradiscursivo en el cual se inserta. El objetivo es explorar las posibilidades de emergencia de este discurso en un momento determinado (saber) a la vez que analizar los efectos de su circulación, en términos de producción de realidad y de cuerpos colectivos e individuales (poder). Esto implica dos instancias: en primer lugar, establecer relaciones entre el surgimiento del discurso de la solidaridad y la circulación de otros discursos y otras prácticas no discursivas no necesariamente coincidentes ni semejantes a él, pero con cuya articulación converja en el surgimiento de una formación discursiva específica.
A la vez, indagar sobre el contexto material no discursivo existente en el momento de emergencia de este discurso. En segundo lugar, analizar el surgimiento de este discurso en términos de poder lo que implica, como ha quedado expuesto más arriba, tomarlo como emergente de luchas y como productor, en su circulación, de verdad y subjetividad. Este análisis supone tomar a la formación discursiva sobre la solidaridad como elemento de un dispositivo estratégico inserto en un diagrama de poder que configura “un mapa de las relaciones de fuerza en un espacio y un tiempo determinado.” (Murillo, 1997, 79)