La década del 60 marcará el comienzo de los movimientos sociales, influenciados en un primer momento por las denominadas comunidades eclesiales de base y movimiento comunitarios de base, ambos desprendimientos de su tronco madre: la Iglesia Católica de Brasil.
Particularmente en el II Congreso Nacional de Educación de Adultos en Rio Grande do Sul, llevado a cabo en 1952 se recomendará que se buscasen descubrir centros de solidaridad y polos de atracción comunitarios que crecía junto al populismo de Lionel Brizola, el socialismo de Pasqualini y los grupos avanzados de la Iglesia católica.
Dentro de la Iglesia los movimientos iban tomando cuerpo a través de diferentes expresiones a saber: el Movimiento de Educación de Base que contó con la participación de educadores, filósofos y teólogos como Frei Betto y Paulo Freire, el Movimiento de Cultura Popular con base en Pernambuco y movimientos estudiantiles de base ligados a la UNE –Unión Nacional de Estudiantes-.
Los aportes de estos movimientos a la sociedad civil brasileña le darán principalmente en la regiones del Sur ( Estados de Rio Grande do Sul, Parana y Santa Catarina) la creación de una “intelligentzia progresista” donde confluirán intelectuales y trabajadores ligados a los sectores avanzados de la iglesia y de los diversos aportes que se harán desde las diferentes corrientes y tendencias del marxismo brasileño – PC, PC do B, etc.- el trabajo y la práctica política y social se desarrollará en los diferentes sindicatos y cooperativas de trabajadores, décadas después conformarán la base de la CUT (Central Unica de los Trabajadores) y del mismo PT de la Región Sur (Partido dos Trabalhadores).