La “Elucidación de la cuestión de la verdad desde la experiencia del arte” en el comienzo de Verdad y método (1960), obra magna de Hans-Georg Gadamer, no es casual ni arbitrario, puesto que su posibilidad es central para fundamentar y explicitar la naturaleza de la experiencia hermenéutica, propósito general de la obra. El ser de la obra de arte es hermenéutico, es decir, es el acontecimiento de una verdad que hay que comprender e interpretar. De esta manera, forma parte del ámbito de las cuestiones hermenéuticas que nos permiten avanzar también en nuestra autocomprensión. Considerando que el arte constituye una experiencia con su propio modo de legitimidad, el cual no puede ser caracterizado de acuerdo con los criterios de verdad y de racionalidad de la ciencia, en el marco de la investigación titulada “Lo político-crítico en el arte argentino actual: el rostrode lo indecible” y la tesis de Doctorado en curso “Gadamer sobre arte y conocimiento. Implicaciones para una concepción ampliada de la racionalidad”, en el presente trabajo, tras presentar algunas nociones centrales en la estética hermenéutica del filósofo alemán, se analizan dos instalaciones realizadas por el artista Juan Carlos Romero: La desaparición, de 1995 y La desaparición, del año 2000. A partir de ello se busca reflexionar sobre el valor cognitivo de la representación artística y delinear algunos rasgos de una racionalidad hermenéutica mejor capacitada para abordar los problemas resistentes a un tratamiento objetivo.