Pensar en abordar hacia el puerto de la lectura literaria y, especialmente, el de la lectura de la literatura para niños permite, primero, una reflexión acerca de cómo hemos llegado, nosotros, los lectores adultos, los docentes, los talleristas, los bibliotecarios a ese puerto, y, luego, revisar e imaginar nuevos abordajes. Si el barco es la propia literatura que sólo se pone en marcha con el lector-capitán, el desafío es saber elegir el mejor recorrido cuando traspasamos mares como la lectura de un texto.